domingo, 10 de agosto de 2008

Manifiesto del BDSM español

El BDSM es un acrónimo que designa una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre si y vinculadas a lo que se denomina sexualidad no-convencional. Sus activistas usan algunas de las prácticas que engloba, o su conjunto:

Bondage, Dominación-Sumisión, Disciplina, Fetichismo y Sadomasoquismo.

Las prácticas BDSM tienen un elemento común: los participantes construyen de forma voluntaria y partiendo de una situación de consenso, relaciones con marcado traspaso de poderes

Los abajo firmantes, todos ellos activistas y practicantes españoles del BDSM, impulsados por la redacción del conocido como Manifiesto 2000, dado a conocer en la conferencia mundial de la Leather Leadership Conference, suscriben el presente documento que pretende facilitar a la opinión pública una visión consensuada del BDSM en nuestro país:

  • 1. La práctica del BDSM se deja difícilmente regular, por su implicación con sentimientos, sexualidad, pasión, voluntariedad y libre albedrío. Sin embargo, la comunidad BDSM mundial viene aceptando que las prácticas sexuales dentro de las relaciones BDSM deberían ser

    • SEGURAS: Todas las partes involucradas en ellas deben considerar el riesgo potencial que estas puedan entrañar, decidir si dicho riesgo es aceptable o no, y poner las medidas necesarias para evitar aquellos que no se deseen asumir.

    • SENSATAS: Todas las partes deben encontrarse en razonable disposición de juzgar los efectos de sus decisiones y las de las otras partes, así como de diferenciar fantasía de realidad.

    • CONSENSUADAS: Todas las partes deben haber llegado a un consenso que abarque las actividades a desarrollar. El consenso puede establecerse para cada escenario o de forma genérica, en el caso de relaciones perdurables en el tiempo. El consenso puede ser retirado por cualquiera de las partes en cualquier momento, obligando esto a dar por finalizado el escenario.

  • 2. Sin perjuicio de lo anteriormente citado (conocido como el eslogan SSC), la práctica del BDSM, como cualquier otra, está sujeta al imperio de la Ley. Ninguna persona, ningún colectivo tiene el derecho de extender certificados de origen BDSM, tomando como base este o cualquier otro documento, ya que solo la Ley tiene potestad para decidir si una práctica es buena o mala, sensata o insensata. El BDSM se configura mediante la existencia clara, explicita y manifiesta del consenso, y si la relación es consensuada entre adultos razonables e informados, y se enmarca en las leyes vigentes actualmente, nadie tiene el derecho a dictar a terceras personas la forma más adecuada de llevarla adelante.

  • 3. La comunidad BDSM en España, está formada por cientos de miles, seguramente millones de personas, que practican libre y sensatamente su forma de relación. Nadie ni nada puede asumir su representación, en tanto no se consolide la Federación de Organizaciones BDSM de España, y aún entonces dicha organización democrática solo será representativa de sus afiliados. Y menos que nadie, las personas relacionadas con la prostitución especializada, también conocida como dominación profesional, que cuentan con nuestro mayor respeto, pero que en absoluto son representativas del sentir, el vivir y el pensar de la inmensa mayoría de nuestra comunidad, y ni tan siquiera lo son de la minoría que practica el sadomasoquismo, dentro de la cultura BDSM.

  • 4. Con independencia de si el BDSM se concibe como filosofía, como estilo de vida, como enriquecimiento sexual de la pareja o como elemento lúdico, sus integrantes en España se suelen distinguir por su espíritu abierto, sensato, dialogante y respetuoso con otras actitudes. El sectarismo, el dogmatismo y la sinrazón son manifestaciones completamente opuestas al sentir general del BDSM español, y su ausencia en alguien que se defina como miembro de la escena BDSM, puede servir para que personas fuera de la comunidad tengan un válido elemento de juicio respecto a la mencionada autodefinición.

  • 5. El BDSM, como cualquier cultura o subcultura social, tiene naturalmente sus propias normas de conducta y su propia escala de valores, aceptada por unos y contestada por algunos. Pero como elementos vinculantes y unificadores, permanecen el consenso, la tolerancia y el respeto a las actitudes de otros. En definitiva, BDSM es sinónimo de libertad enmarcada en el respeto a los derechos ajenos. Es, entre otras muchas cosas, una forma de articular la sexualidad, las relaciones personales y la emotividad en un marco de tolerancia y respeto mutuo.

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